miércoles, 8 de junio de 2016

Evangelio de hoy , 08 de junio 2016

   

MISERICORDIA SEÑOR.
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                                                                 “Verbum Spei”

                                                            “Palabra de Esperanza”



10° Miércoles Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos».

Reflexión:
Con estas palabras nos enseña Jesús dos cosas. Primero, que el Antiguo Testamento forma parte auténtica de la revelación de Dios y segundo, que no hay mandamientos pequeños o enseñanzas banales en la Escritura.
Cierto que el Antiguo Testamento, por haber sido escrito en un tiempo y cultura lejanos a nosotros, no siempre es fácil de entender. Sin embargo, esto no quiere decir que no debemos buscar en él la voluntad de Dios. Por otro lado, es cierto que no todo lo que entendemos, incluso del Nuevo Testamento, es fácil de cumplir. Requiere, ante todo, de la firme convicción de que esto es lo que Dios quiere, y que como tal, debemos de respetarlo y actuar como él nos lo propone.
Es importante tenerlo en mente, pues, en esta confusión moral e incluso teológica, no faltan las opiniones sobre algunos aspectos de la Escritura, que no se toman en cuenta y son causa de dolor y de malestar para nosotros mismos y para la sociedad. Estemos siempre atentos, tengamos como fuente de sabiduría la Palabra de Dios, y como fuente de conocimiento e interpretación el “Magisterio Ordinario de la Iglesia”.
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, mi decisión está tomada, tú eres el único a quien seguiré toda mi vida, no andaré con ambigüedades, pues sé perfectamente que a los tibios los vomitas; no será este mi caso, Dios mío; yo te elijo a ti, te sigo a ti y te amo a ti; a dónde me mandes iré, y lo que desees, haré, al precio que sea. Sólo tú eres mi escudo y fortaleza, mi refugio y mi libertador. Amén.

Acción:
Aprenderé a cumplir las leyes de Dios, las civiles y de la Iglesia y reflexionar en qué sentido me lleva a vivir más plenamente el amor.

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